A veces las cosas no son lo que parecen, sobre todo en este mundo de bodas de Instagram. Sólo unas cuantas fotos no pueden ser suficientes para dar un reflejo fiel de qué pasó. Y eso, cuando has visto cientos de bodas se nota.
Otras veces las cosas son exactamente como parecen. Las emociones se vuelven transparentes y todo rebosa verdad y sinceridad. Y aunque tenemos la suerte de vivir muchos momentos auténticos, la boda de Blanca y Enrique fue de esas que se quedan grabadas en la memoria para siempre.
Tuvo todas las cosas que tienen las bodas de revista y, sin embargo, ellos, su forma de mirarse, de cuidarse y de tratar a todos sus invitados eclipsaron cualquier otra cosa. Si el envoltorio era bello lo que había dentro era simplemente perfecto.
Viéndoles en el reportaje puedes imaginar cómo son, cómo hablan, cómo se quieren y cómo se cuidan. Y es que Blanca es un poco de cuento, con una delicadeza y una educación casi de otro tiempo. Y Enrique la mira… bueno, ved vosotros cómo la mira.
Todavía recuerdo cómo nos decía: “¿Por favor, os importaría hacernos sólo una foto más con….?”. Pues era todo de absoluta verdad.
La boda se celebró en la finca familiar de la novia. Un precioso complejo edificado entre el S.XVI y el XVIII rodeado de unos jardines propios del norte de España. Hemos visto muchas fincas y muchos sitios bonitos, pero pocas veces uno con tanta historia, cuidado y detalles en cada uno de sus rincones. Es protagonista también del reportaje.
Blanca eligió un delicado vestido de Oh Que luna que casaba perfectamente con su carácter dulce y elegante. Las suaves notas de color del vestido y el punto de sus sandalias amarillas hacían de Blanca la novia romántica, joven y preciosa que veis en el reportaje.
Enrique la esperaba en la emblemática Basílica de Santa María. La ceremonia fue tan natural y emotiva como la entrada de la novia. Y la salida, acompañados todo el pasillo por invitados y familia, terminó con una divertida despedida de los novios en su propio descapotable. Todo iba como habíamos imaginado.
Después de dar un un paseo por la finca con los novios antes de entregarnos por fin a los invitados. Una vez comenzó el cóctel, la boda siguió como siguen las bodas bonitas. Y muchos besos, risas y una cena después, estábamos en una fiesta que imaginamos se alargó hasta el amanecer. Creo que el reportaje se ve bien de lo que hablamos.
Gracias chicos por la confianza, la paciencia y la cercanía. A vosotros y a vuestras familias por lo fácil que fue todo! Esperamos coincidir en Málaga, Madrid o Alemania! Un fuerte abrazo
Fotografía & Video: Pepe Bernal Olivares & Velvia Estudio
Vestido: Oh que luna